Los Tres Aspectos de Realizar Metas

Realizar metas y disfrutar cada paso

La alegría de vivir incluye la alegría de existencial y la fuerza creativa:
Por un lado la capacidad de conectarse con la alegría de la pura existencia y por el otro la capacidad de transformar nuestros anhelos, deseos y metas en resultados. El que puede realizar sus metas, pero no logra conectarse con la alegría básica de la existencia sólo tiene la mitad de un todo. Quien puede fluir en cada momento y disfrutar del aquí y ahora pero le cuesta mucho realizar sus metas tiene la otra mitad.

Actuar de acuerdo a los “tres aspectos de realizar sus metas” con sus cualidades específicas, nos permite realizar nuestras metas y disfrutar cada paso en el camino. Al disfrutar en cada momento del proceso de realizar la meta en su cualidad específica juntamos la alegría existencial con la fuerza creativa.

1. La situación inicial

Aquí se trata de estar en paz con la situación inicial y reconocerla tal como es. Se trata de aceptarla como un desafío que está dado por la misma situación.
De la situación inicial vamos a partir. Cada paso que vamos a dar comienza con que tenemos que estar bien parados en la situación inicial, para poder elevar un pie y dar el primer paso. Cada paso empieza ahí donde estamos parados ahora. Cuanto más relajados y presentes podemos estar en la posición inicial más chances tenemos de darnos cuenta del potencial de cambio que hay en ella. En realidad estamos siempre en una situación inicial con respecto a la siguiente y no necesitamos en ningún momento del proceso maljuzgar el hecho de aún no haber llegado a la situación deseada, la meta.

Si aceptamos nuestros sentimientos con respecto a la situación inicial o las situaciones iniciales contiguas, eso nos ayuda a relajarnos en ellas, tomarlas como son y nos permite tener acceso a importantes recursos guardados junto con nuestros sentimientos para actuar bien en ellas.

2. La meta

Con respecto a la meta dos cosas son importantes: la claridad en la meta y la disposición de un 100% de recibir el resultado deseado.

Claridad de la meta: ¿cuál es el contenido de la meta, cuál su forma?
El contenido de la meta es el objetivo importante que nos motiva, la calidad que vamos a recibir. La forma de la meta es la forma concreta y mensurable que nos hemos puesto como marca en el camino.

Un ejemplo: el contenido de la meta es hacer conocer AFI, y una forma concreta de lograrlo sería obtener 16 participantes para un taller. Si no podemos diferenciar entre contenido y forma puede suceder que declaramos el proyecto como fracasado porque no logramos la forma de la meta.

Puede pasar que se nos pase por totalmente desapercibido, que hemos sido mucho más útiles al contenido de la meta que lo habíamos imaginado.

También es importante tener en cuenta qué tan importante es la meta declarada con respecto a otras metas nuestras. Si nos proponemos realizar nuestras visiones, nuestros deseos, y nuestras metas más esenciales, también pueden en ese movimiento nutrirse deseos menos importantes de esa energía general de expansión. Lo mismo no puede suceder a viceversa. Si perseguimos una meta con tenacidad pero no tenemos en cuenta un deseo importante de nuestro corazón entonces dentro de poco nos faltará la energía para realizar esa meta.

100% Disposición de recibir el resultado:
Si solamente tenemos un 80% de disposición de recibir el resultado y un 20% (inconscientemente) está en contra o no está convencido de que lo podemos lograr, entonces esos 20% pueden boicotear el éxito.

3. Los pasos intermedios

Aquí es importante desarrollar: creatividad, disposición de entrega a la meta, estructura, flexibilidad, entusiasmo, liviandad y tolerancia a la frustración.

Creatividad:
Nos imaginamos como puede ser el camino a la meta y planificamos pasos intermedios. Nos basamos en experiencias pasadas y también probamos cosas nuevas.

Disposición de entrega a la meta:
Hechos hablan más que palabras. Si aparte de nuestros pensamientos y palabras no ponemos energía y actos que se dirigen hacia la meta entonces eso también tiene un significado. El significado es que nuestra meta o nosotros mismos no somos lo suficientemente importante para nosotros como para entregarnos más.

Estructura:
Sin estructura los pasos intermedios no basarían uno en el otro. Por esa falta de conexión interna se dispersarían sin efecto. Cuanto menos estructura hay, menos marcas tenemos en el camino y menos retro-alimento para darnos cuenta si nuestro plan es lo suficientemente realista o si queremos cambiar nuestro plan. Además tenemos menos referencias para aprender de nuestros errores. Si queremos disfrutar el dar los pasos estructuradamente, necesitamos una estructura que funcione sin maljuzgarnos.

Flexibilidad:
Si nos movemos en dirección hacia una meta tenemos un prejuicio acerca de cómo va ser el camino hacia ella.
La naturaleza de nuestros prejuicios es que no concuerdan totalmente con la realidad. Parte de la aventura es adaptar el plan a lo largo del camino acorde a los desvíos y los errores hechos. Es necesario ser flexible, cultivar una postura amorosa y clara con respecto a nuestros errores.

Entusiasmo:
Si aceptamos las condiciones dadas de la situación inicial como desafíos y estamos convencidos de nuestra meta, de nuestro plan y de los pasos intermedios, entonces sentimos entusiasmo. Si en el camino perdemos el entusiasmo podemos despertarlo de vuelta reforzando dichos aspectos.

A veces falta entusiasmo no porque el plan en sí no sea armónico, sino porque cosas importantes como p.e. tranquilidad, relajamiento, contactos sociales, no fueron considerados lo suficiente. Un buen plan lleva a un estilo de vida y de trabajo cotidiano, que va con nosotros y que apoya nuestro desarrollo auténtico. Cuánto más entusiasmo sentimos más motivados y con más empuje daremos los pasos intermedios.

Liviandad:
Con liviandad no nos referimos a la falta de esfuerzo y de trabajo. Si trabajamos con entusiasmo y nos esforzamos también allí hay una cualidad de liviandad. Liviandad aquí significa la ausencia de una postura de lucha a la manera de: “Tengo que trabajar duro y tengo que hacerme valer solo“. Liviandad incluye la capacidad de delegar, la disposición de recibir apoyo o de recibir la meta en forma de regalo. También contiene la disposición de experimentar milagros.

Tolerancia a la frustración:
La frustración forma parte de la manera humana de realizar cosas. Por lo general (tengo entendido) no tenemos los poderes de los dioses para materializar nuestras metas en forma espontánea, directa y sin equivocaciones. Si como humanos realizamos cosas entonces por lo general empezamos a construir puentes entre la idea y la realidad, entre el plan y su realización. La frustración de allí es parte del material a digerir. Nos ayuda a acercar cada vez más la idea a la realización. Poca tolerancia a la frustración nos hace abandonar antes de tiempo el proyecto o de no animarnos más a comenzar un proyecto nuevo. Una gran tolerancia a la frustración y nuestra capacidad de integrarla nos permite aprender de nuestros errores y de acercar cada vez más y de nuevo nuestras ideas a la realidad.

Si nos proponemos alcanzar una meta nos inscribimos a un curso en la vida del cual no conocemos exactamente el curriculum de su enseñanza. A veces, cuando estamos en desacuerdo y enojados con las lecciones que nos da la vida puede tener sentido preguntarnos: »¿Me propuse inconscientemente una meta y esas son las lecciones en el camino a ella?«

Conocer los tres aspectos de la realización de metas en su peculiaridad nos permite atar cabos; pero aprovechar fructíferamente en toda su dimensión esta información recién lo hace posible si fortalecemos esos tres aspectos con los ejercicios correspondientes. Sobre todo el ejercicio de llevar la disposición de recibir el resultado a un 100% vale oro.


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